Mensajes Subliminales o Ciencia Neolengual

El ministro Lara ha decidido iniciar un juicio contra la cadena de noticias CNN y el canal de noticias Globovision por el supuesto delito de trasmitir mensajes subliminales en su programación.

No conozco el propósito implícito de esos mensajes y, en tanto la calificación de subliminales, mucho menos he tenido posibilidad de constatar la existencia de tales contenidos pues, precisamente, un mensaje subliminal debería distinguirse, precisamente, por el hecho de serlo. Debo decir que tampoco tengo interés en asumir la defensa de unas emisoras de televisión ante las cuales no tengo ningún compromiso económico, político o personal manifiesto que no sea la libertad política de responder, dentro de la medida de mis posibilidades ciudadanas, ante lo que evalúo como un hecho desproporcionado de desequilibrio de poder. Es por eso que me interesa, más bien, destacar el fenómeno neolengual que subyace a ese insigne patolengua dodoblemásbueno que es el ministro Lara.

En todo caso, creo que no estaría de más decir que, al menos hasta ahora, todo me hace pensar que existo y, junto al hecho de existir, veo con preocupación el uso tendencioso que el neogobierno sistemáticamente ha hecho del término subliminal en los últimos meses en un gesto que, de modo evidente, contradice sus supuestas banderas de veracidad de la información.

Puestos a historiar, desde diciembre de 2006, el ministro Lara ya ha utilizado la noción de mensajes subliminales como parte de los motivos que dieron lugar al cierre de la televisora RCTV.

Curiosamente, es solo ahora que el ministro Lara decide propulsar una demanda ante los tribunales bolivarianos (que en esta hora son otros operadores políticos del neogobierno) contra el canal de noticias globovisión.

La nota de prensa del neoministerio de comunicación indica:

El Ministro Lara presentó el video de dicho programa, correspondiente al 01 de mayo, donde se muestran imágenes del atentado a Juan Pablo II en la plaza San Pedro hace 26 años, acompañadas por las notas musicales “Tengan fe que esto no se acaba aquí”, pieza musical perteneciente a Rubén Blades.

Lara explicó que estudios realizados por semiólogos y analistas en comunicación masiva, además de los consejeros del Ministerio que él dirige e incluso por asesores independientes que fueron consultados sobre este caso, han concluido que el propósito de la asociación de estas imágenes con esta letra musical es incitar al asesinato contra el presidente de Venezuela, de manera técnica “instigación al homicidio”, lo cual está debidamente penalizado en las leyes de la República.

De acuerdo con Lara “En Venezuela existe un contexto, hecho público, notorio y comunicacional, debido a que el Jefe de Estado en distintos momentos ha denunciado que hay planes para asesinarlo, que hay grupos que entre sus planes de acción política tienen previsto un magnicidio en su persona.


La denuncia realizada por el ministro Lara puede comprenderse mejor en el Comunicado que el canal de noticias denunciado ha publicado el día de hoy.

La parte que viene a cuento dice así:

El hecho denunciado se centra en una entrevista realizada por el conductor del programa, Leopoldo Castillo, a Marcel Granier, presidente de las empresas 1BC, quien estaba comentando el caso del cierre de la televisora RCTV. Al culminar un segmento de la entrevista y justo antes de darle el pase a la publicidad, tal como se venía haciendo en los días anteriores, se difundió una "coletilla" (imágenes de presentación gráfica de un programa cuya duración no es mayor al tiempo de un comercial de TV) de un video contentivo de imágenes históricas de los 53 años de RCTV, concretamente se trataba de la imagen del atentado realizado al Papa Juan Pablo II. Mientras se difundía la referida imagen, el musicalizador del programa puso al aire una parte de la canción "Tengan fe" de Rubén Blades que incluye la frase "esto no termina aquí", canción que había sido utilizada varias veces en dicho programa en la última semana.

Según las declaraciones del Ministro Lara, de la conjunción de esas imágenes y la música se infiere entonces que GLOBOVISIÓN estaría instigando al magnicidio del Presidente Chávez. Resulta evidente que la combinación de estos dos elementos no podría jamás interpretarse como un llamado al magnicidio. Se trata de imágenes históricas, ampliamente repetidas por todas las televisoras del mundo y que en este caso lo que hacen es recordar que RCTV cubrió hechos de especial trascendencia como fue el atentado del que, afortunadamente, el Santo Padre sobrevivió. Se trata por ende de una denuncia temeraria, que no consigue sustento alguno ni lógico ni jurídico y que lo que busca es amedrentar a este medio independiente para que cese de informar sobre los acontecimientos que se viven en el país (...)

Lo primero que resulta curioso (entre tantas curiosidades) es el halo científico que el ministro Lara parece querer asociar a sus denuncias de mensajería subliminal. Resulta más curioso aún que las figuras en las que el ministro Lara respalde su denuncia sean supuestos semiólogos y analistas de la comunicación masiva, así, en abstracto, y que esté fuera de la discusión la opinión experta de especialistas en el área de la psicología, quienes después de todo vendrían a ser figuras de experticie clave, si es que acaso la discusión fuese (como no parece serlo) una discusión de contenidos más que una discusión política.

El motivo para ello quizá sea sencillo: existe una larga discusión dentro de las áreas de psicología de la percepción, la psicología experimental y la psicología social (por solo citar a las áreas que podrían estar más relacionadas con el tema de la subliminalidad) respecto a la supuesta legitimidad de la discusión respecto a los contenidos subliminales.

Esta discusión es más compleja en la medida en que se asume que el potencial impacto de los mensajes subliminales está condicionado a una multiplicidad de variables de exposición del mensaje que supera, con creces, la visión simplista de un intrincado comando ordenatorio, tal como parece querer sugerir el ministro Lara (v.g: "Quisieron matar al papa; luego, podría ser una buena idea que alguien quiera cometar un acto análogo contra el presidente de la república").

Dicho en dos platos: un mensaje es subliminal en la medida en que, debido a la naturaleza encubierta de su presentación dentro de otro estímulo o, en la medida en que se presenta de manera breve dentro de otra secuencia de imágenes (v.g: una imagen dentro de una serie de imágenes de una grabación, tal como opera el fenómeno phi) esta logra impactar al perceptor, pero este impacto ocurre por debajo del límite de percepción (conocido en psicofísica como limen, o umbral perceptivo) y sus efectos plausibles parecen tener que ver, en caso de existir, con una cierta predisposición emocional a un contenido afectivo.

Lo que importa decir aquí es que la naturaleza subliminal de un mensaje (en caso de que tal cosa pueda ser considerada con seriedad como una amenaza real) está condicionada, precisamente, por la ocurrencia de un fenómeno perceptivo encubierto que escapa al marco del procesamiento consciente, no por la asociación realizada ante las posibles intenciones o propósitos del generador de ese mensaje, situación que resulta realmente difícil de calificar a menos que se sea el ministro Lara o, tal vez, el neotribunal bolivariano, instancia que en los últimos tiempos parece comenzar a caracterizarse por un desmesurado virtuosismo en la retórica de la fantasía.

Así las cosas, sería difícil sostener que la sola aparición de una canción junto a la imagen del atentado perpetrado contra el papa Wojtyla en la década de los 80 implique, por sí solo, un fenómeno de subliminalidad.

Lo que sí parece estar claro (y esto podría ser el filón que apuntala el interés del ministro Lara) es el sugestivo poder persuasivo que se esconde detrás de la idea de mensaje subliminal como parte de la cultura de masas. Un poder persuasivo que no está demasiado lejos de las apetitosas teorías del complot así como la vulgarización de otros contenidos de investigación en ciencia.

Algo de esto puede verse reflejado en un paper titulado Percepción Subliminal: hechos y falacias, publicado en Skeptical Inquirer, Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal, Spring 1992, pp. 273-81, en el cual se comenta, más allá de un tono irremisiblemente conversador, un par de ideas interesantes. Una traducción rápida de ese paper viene a decir lo siguiente:

La publicidad subliminal y los efectos psicoterapéuticos provenientes de cassettes subliminales son ideas cuyo status científico parece estar al mismo nivel de las pulseras de cobre que se utilizan para curar la artritis. Ni siquiera las especulaciones más liberales con respecto al uso de las técnicas subliminales para propósitos “prácticos” evidencian alguna utilidad respecto a estas prácticas (Bornstein, 1989). ¿La pregunta interesante que hay que hacerse no es “las técnicas la publicidad subliminal o las cintas de audio subliminal funcionan”? Sino, más bien, ¿cómo tales ideas inverosímiles adquirieron tan indeseado manto de respetabilidad científica? La respuesta implica una compleja interacción de actitudes públicas hacia la ciencia, el modo como las ciencias sociales se populariza en los medios de comunicación, y el modo como la comunidad científica se comunica con todos aquellos que se encuentran fuera de la comunidad científica (…).

Según Burnham (1987), la superstición ha triunfado sobre la racionalidad y el escepticismo en parte porque los científicos no han logrado calzar muy bien en un estilo de comunicación de la ciencia basado en el resumen, simplificación y traducción de los resultados científicos tal como los medios de comunicación intentan comunicar la información para las más amplias audiencias. La función de popularizar ciencia y salud ahora es realizada por periodistas y educadores. Por lo tanto, muchos asuntos, incluyendo éste, reciben coberturas que, en el mejor de los casos, son deficientes en la información de fondo y fuera de un contexto significativo, y en la peor de los casos, son fragmentarios y engañazos. Una confusión adicional es causada por la tendencia entre periodistas de fabricar controversias donde no existen a partir de la yuxtaposición de declaraciones de “autoridades” que se contradicen unas a otras. Si todas las autoridades (incluyendo aquellas que tienen intereses económicos en sus posiciones) son igualmente admisibles, las controversias abundan


Puestos a presumir la buena fe del neoministro Lara (ejercicio hipotético dudoso), quizá se podría pensar que su denuncia podría acercarse a sugerir la existencia de un fenómeno más cercano a los estudios de la pragmática, tal como podría ser el caso de una implicatura. Como comenta una página de internet que ahora mismo tengo a la mano:

Grice (1975) fue el introductor del concepto de implicatura, que equivale al “significado añadido” presente en los enunciados de la lengua natural, y que deriva de factores de tipo conversacional basados en la distinción fundamental entre lo que se dice y lo que se comunica. Lo que se dice equivale al contenido proposicional del enunciado desde el punto de vista lógico, mientras que lo que se comunica es toda la información que se transmite en el enunciado, pero que es diferente en cuanto al contenido proposicional. Como, en consecuencia, resulta en un contenido implícito recibe el nombre de implicatura y equivale a la distancia intermedia entra la intención del emisor y el significado de cada expresión.

En todo caso, poco importa. Todo parece indicar que la neolengua bolivariana ha hecho y seguirá haciendo importantes aportaciones al diccionario privado de su propia ciencia neolengual.

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P. E. Rodríguez/R.Coll @ 11:49 p. m.,

2 Comments:

At 1:27 p. m., Blogger Cronopio dijo...

Querido Rodrigo,

No puedo coincidir más en todo lo que expones en tu post. Tristemente, vivimos el mundo de la validez aparente, en la que impera aquella triste verdad expresada por Sábato en algunos de sus ensayos sobre la educación, cuando afirmaba que la gente suele decir ahora “que bien que habla ese hombre, no alcanzo a entender ni una sóla de sus palabras“. Lo que quiero decir es que esa popularización de la ciencia ha dado pie a una ebullición de charlatanes y manipuladores que hacen y deshacen, amparados en conceptos inventados, todo lo que les provoca. Te lo digo yo, que trabajo en publicidad y he visto ese monstruo de frente mucha veces.
El neoministro Lara está haciendo la neolengua al más puro estilo Orwelliano. Lástima que existan tan pocos como tu que sepan levantar la banderita del offside.
Un abrazo.

P.D: Me gustó eso de la implicatura. Quisiera pensar que en el gobierno ocurre algo de eso, pero después reflexioné que para distinguir el contenido proposiocional de un mensaje de lo que se comunica se necesita algo más que la sapiencia de los neoministros y los neodiputados.
Otro abrazo.

 
At 11:21 p. m., Blogger P. E. Rodríguez/R.Coll dijo...

Gracias por el comentario, Cronopio. Lo comparto ampliamente.

En lo que sí creo que sería útil detenerse un poco más es en la falsa confianza que a veces inspiran sus limitaciones técnicas: de hecho, el neogobierno ha dado sobradas muestras de manejar una pragmática comunicacional escalofriantemente poderosa.

Y millonaria, además.

Un abrazo.

 

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