Responder afirmaciones
julio 01, 2007
En días pasados, a propósito de una mención especial en el premio de Periodismo Anibal Nazoa del cabildo metropolitano de Caracas, el periodista William Echeverría decidió asistir al acto de entrega y rechazar la mención que le había sido conferida. Lo hizo a través de un discurso de unos 9 minutos de duración. Ese discurso puede ser visto aquí.
Independientemente del posicionamiento político desde el que se quiera o incluso se pueda mirar, el argumento de Echeverría era ordenado y preciso: las agresiones a periodistas se han incrementado en los últimos años por parte de funcionarios del neogobierno bolivariano sin que tales atropellos tengan la menor resonancia en el sistema de justicia de un país cuya legalidad es un apéndice político de la misma bolirevolución. Tomar un premio que alude a una instancia de ese gobierno es, en consencuencia, un acto de legitimación de las acciones abusivas realizadas por los cuadros políticos de ese gobierno que, naturalmente, Echeverria no tenía por qué tomar, independientemente de que para ello hiciera uso de una tribuna pública y asumiera, con relativa astucia, un rol político que después de todo debería serle inherente a su condición de ciudadano.
Las reacciones a ese rechazo (como, tristemente, era de esperarse) han operado dentro del juego polarizado que vive el país.
Esto, por ejemplo, fue lo que dijo la neodiputada Desirée Santos Amaral, cada día más cercana al discurso institucional y disciplinario de una maestra de colegio:
Les agradezco sentarse…este es un acto solemne etejunacto solenne! con motivo del día del periodista (APLAUSOS). No se puede hablá de reconciliación con malcriadez (gritos, APLAUSOS)… de manera que… nosotros hemos abierto un gran debate que está en el pueblo, porque el pueblo ahora tiene el derecho a la libertad de expresión, cada una de esas afirmaciones que están en el informe entregaaaado por algunos colegas las vamos a responder, de todas maneras ESTE ACTO SIGUE...NAAADIE EMPAÑARÁ NUESTRA CELEBRACIÓN. NADA NI NADIEEEE. ACSOLUTAMENTE (sic) NADIE. Dejemos que William Echeverría se vaya tranquiiiiilo y…se le dio la oportunidad y eso, lo que hizo William Echeverría hoy demuestra que aquí hay ABSOLUTA LIBERTAD DE EXPRESIÓN…¡VIVAAA LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA!¡VIVA EL PROCESO REVOLUCIONARIO! (Aplausos y gritos)
Bobería aparte, a uno no le queda más que tomarle la palabra, a sabiendas que miente: esperemos la respuesta del funcionariato a "cada una de esas afirmaciones que están en el informe entregaaaado por algunos colegas".
Casi no vale la pena decir que aquí, como en casi toda arenga pública del neofuncionariato, cuando se lee la palabra pueblo se debería leer la idea: "partidarios del gobierno al cual yo represento y el cual, además, paga todas las cuentas que me permite tener una vida relativamente mejor que la de cientos de miles de venezolanos que viven en condiciones de exclusión e inequidad".
En fin, el caso es que así van las cosas: si a Usted lo amedrentan, lo insulta, lo escupen, lo amenazan en nombre de la neorevolución, pues entonces existirá en algún lugar un funcionario como la neodiputada Amaral quien, a su debido momento, decidirá responder políticamente el por qué de esos atropellos.
Independientemente del posicionamiento político desde el que se quiera o incluso se pueda mirar, el argumento de Echeverría era ordenado y preciso: las agresiones a periodistas se han incrementado en los últimos años por parte de funcionarios del neogobierno bolivariano sin que tales atropellos tengan la menor resonancia en el sistema de justicia de un país cuya legalidad es un apéndice político de la misma bolirevolución. Tomar un premio que alude a una instancia de ese gobierno es, en consencuencia, un acto de legitimación de las acciones abusivas realizadas por los cuadros políticos de ese gobierno que, naturalmente, Echeverria no tenía por qué tomar, independientemente de que para ello hiciera uso de una tribuna pública y asumiera, con relativa astucia, un rol político que después de todo debería serle inherente a su condición de ciudadano.
Las reacciones a ese rechazo (como, tristemente, era de esperarse) han operado dentro del juego polarizado que vive el país.
Esto, por ejemplo, fue lo que dijo la neodiputada Desirée Santos Amaral, cada día más cercana al discurso institucional y disciplinario de una maestra de colegio:
Les agradezco sentarse…
Bobería aparte, a uno no le queda más que tomarle la palabra, a sabiendas que miente: esperemos la respuesta del funcionariato a "cada una de esas afirmaciones que están en el informe entregaaaado por algunos colegas".
Casi no vale la pena decir que aquí, como en casi toda arenga pública del neofuncionariato, cuando se lee la palabra pueblo se debería leer la idea: "partidarios del gobierno al cual yo represento y el cual, además, paga todas las cuentas que me permite tener una vida relativamente mejor que la de cientos de miles de venezolanos que viven en condiciones de exclusión e inequidad".
En fin, el caso es que así van las cosas: si a Usted lo amedrentan, lo insulta, lo escupen, lo amenazan en nombre de la neorevolución, pues entonces existirá en algún lugar un funcionario como la neodiputada Amaral quien, a su debido momento, decidirá responder políticamente el por qué de esos atropellos.
P. E. Rodríguez/R.Coll @ 10:03 a. m., ,