Lo merecido

No hay sorpresa. La neolengua bolivariana es sistemática y rutinaria. Describe el mismo círculo solitario de una mosca. O un mosquito.

La semana pasada un grupo de sujetos que, en principio, hacen las veces de estudiantes del instituto pedagógico de Caracas decidió caerle a golpes a un representante estudiantil identificado con la oposición.

Como en las malas novelas mexicanas, como en las historias de la violencia doméstica, el bolidiscurso decidió afrontar ese episodio con algo más o menos parecido a esto:

Yon Goicoechea lo logró: le dieron un coñazo. Eso le permitió mentirle al país, tener con qué intentar convencernos de que le habían fracturado "el tabique nasal y el maxilar superior". En el mismo sketch en el cual hizo el anuncio se soltó a hablar con una energía que te cagas. Le destrozaron la cara, y es como si se la hubieran endurecido. La flaca me dijo: "Déjate dar unos coñazos en el Pedagógico a ver si te mejoran el aspecto". El odio antichavista tiene las propiedades regenerativas del colágeno.

En fin. Así: simple y esquemático, como un marido violento. El logro es del representante estudiantil. Los coñazos, por supuesto, son meros recursos metafóricos. El odio va por cuenta de la oposición.

¿A qué se parece esto?:



Desde la neolengua del poder no es demasiado difícil imaginar que se trata de un estudiante agrediendo con furor a un grupo de policias. Es decir, al mismo pueblo.

P. E. Rodríguez/R.Coll @ 1:24 p. m.,

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